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A Chíes y Lozano

 

Apreciables amigos:

Ahí van media docena de sonetos, con la cual puede hacerse una tortilla, o sea una columna de Las Dominicales. Son, como verán, fresquitos y, si no me equivoco, de buena castas, con lo que se asegura su buen comer.

Si no es mucho pedir y lo merecen, les ruego que se frían en la primera plana del periódico, con lo cual yo me quedaré hueca como una pava y los lectores podrán ingerirlos casi en ayunas, con lo cual se garantiza la sustanciosa digestión de lo que después leyeren...

Les suplico repasen bien las pruebas, sobre todo del último soneto, que tiene que mostrar su galimatías de signos con claridad, pues en ellos está la sustancia del asunto: que se impriman en letras minúsculas en sus márgenes, igual que están escritos. Hay que positivizar –¡que bonita frase!– la poesía para que entre en la moda.

Reciban cariñosos recuerdos de su amiga y colaboradora q.b.s.m.

Pinto, 6 de mayo (1)

Rosario de Acuña

 

 

Nota

(1) Por el contexto se puede deducir que el año es el de 1888, pues el 13 de mayo, una semana después de la fecha de la carta, en la primera página de Las Dominicales del Libre Pensamiento aparecen publicados los seis sonetos a los que, sin duda, se está refiriendo (Los apóstatas del pueblo, El ruiseñor, Los envidiosillos, Mayo de 1888, El nido rico y el pobre y La conciencia).

 

 


 

Para saber más acerca de nuestra protagonista

 

Rosario de Acuña. Comentarios (⇑)
Algunas notas acerca de la vida de esta ilustre librepensadora
 
 
 
 
Imagen de la portada del libro

 

Rosario de Acuña y Villanueva. Una heterodoxa en la España del Concordato (⇑)