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Señor  director de El Noroeste

Estimado amigo:

Siento que mi firma no figure en la protesta que las izquierdas de Gijón han formulado contra el desafuero que ayer realizó el fanatismo reaccionario. Me adhiero a todos ustedes; ¡qué honda satisfacción causa verlos unidos, juntos, todos unos, en solidaridad fraternal, bajo la bandera de la libertad, contra la enseña de la tiranía. Si así estuvieran siempre, ¿habría que hacer otra cosa que marchar, marchar, al grito glorioso de ¡abajo las cadenas!? ¿No lo reflexionan, no lo ven, no sienten en sus almas el aliento que les sopla los odios, las enemistades, las intransigencias?

Ínterin todas las izquierdas se sacuden, con violencia de ciclones, dicterios, calumnias, maldiciones y diatribas; ínterin los libelos de los unos y de los otros, van ensanchando los espacios de manos y de corazones que deberían latir al unísono, el monstruo de los siglos, compuesto de fanatismo, supersticiones, ignorancias, concupiscencias y egoísmos, asalta y toma todos los reductos de la libertad, de la dignidad, de la fe en la vida, amplia y soberana, siguiendo ruta de ascensión y progreso.

Sigan, sigan con sus campañas de disgregación, de separación, de malquerencias y furor ególatra, que poco a poco, el enemigo de todos nosotros va ganando terreno… Un día se apodera de un cadáver, otro de una asociación, otro de unos cuantos cerebros seniles o degenerados… y luego se apoderará de todo, de todo, y si le dejan, las piras inquisitoriales volverán a retorcer entre sus llamas los miembros de nuestros descendientes. Porque Ellos, los dogales de toda impulsión de avance y liberación, no se duermen ni se disgregan, ni se separan, ni se dividen de su única fecunda labor, que es hundir en la noche de sus errores la luz inmortal de la razón.

¡Ah! ¡Si el cadáver de César Menéndez se galvanizase y se transformara en el símbolo santo de la unión de las izquierdas gijonesas!

Mi pésame y mi enhorabuena a los dignísimos padres de ese dichoso joven ¡dos veces dichoso, por haber muerto y por haber reunido en un haz las huestes democráticas!

Llore su ausencia toda su familia, pero tenga el consuelo de que su muerte fue gloriosa.

Queda siempre su amiga,

Rosario de Acuña y Villanueva

El Cervigón, 18-12-1915

 

 

Nota

La carta iba precedida del siguiente comentario: «Gracias a la actitud enérgica y ciudadana de todos los elementos que integran la democracia gijonesa, la libertad de conciencia ha quedado a salvo, y los fueros del poder civil prevalecieron sobre las intrigas clericales. Ayer recibieron sepultura definitiva en el cementerio civil, los restos del malogrado joven César Menéndez. La insigne escritora Dª. Rosario de Acuña nos ha honrado con una vibrante carta que publicamos hoy, y mañana comentaremos, con el detenimiento y la simpatía que merecen sus nobles y elevadas palabras».

 


 

Para saber más acerca de nuestra protagonista

 

Rosario de Acuña. Comentarios (⇑)
Algunas notas acerca de la vida de esta ilustre librepensadora
 
 
 
 
Imagen de la portada del libro

 

Rosario de Acuña y Villanueva. Una heterodoxa en la España del Concordato (⇑)