Muy señor mío y amigo:
Aunque enfadadísima, muy enfadadísima todavía por habernos tenido que comer la paella de marras entre Odón y yo cuando contaba como primer comensal con usted, le pido el favor de que no falte la noche del sábado al Fomento: una cosa es que no encuentre digno mi hogar de su presencia, en lo cual me conformo porque más saben los demás que nosotros mismos, y otra cosa es que no vaya a sostener la retirada que, probablemente, tendré que hacer por debajo de la mesa presidencial la noche del sábado. Aunque no sea justo, amigo Lozano, hay... o mejor dicho, llevo en mí algo de la digna empresa domininicalesca en que están ustedes metidos; en nombre, pues, de la parte que me toca de trabajo imploro que participa de la parte que me toque de palos –metafórica o materialmente hablando– y le ruego acuda, y acuda a primera hora para tomar sitio en las avanzadas del Fomento... ¡Cuidado con aplaudir!, los verdaderos amigos no deben hacerlo de ningún modo, pero cuidado que eviten ustedes en que el montón anónimo de enemigos que me cerca entorpezca y ahogue mi voz; lo que quiero es que me dejen hablar, después vengan palos.
Como siempre, y a pesar del enfado, queda su amiga y colaboradora
Pinto, 19 de abril (1)
Rosario de Acuña
Archivo Histórico Nacional, Salamanca, Se.-T., Exp. 2217
Nota
(1) Por el contexto se puede deducir que el año es el de 1888, pues la conferencia a la que se refiere es la titulada «Consecuencias de la degeneración femenina (⇑)», que doña Rosario pronunció en la sociedad madrileña Fomento de las Artes el sábado 21 de abril de ese año.
Para saber más acerca de nuestra protagonista
Rosario de Acuña y Villanueva. Una heterodoxa en la España del Concordato (⇑)