Amigo Bonafoux:
Me envían el recorte de un periódico con un artículo que dice son «hampa dorada» los que colaboran en el Heraldo de París. No sabía yo que había vuelto a publicarse su Heraldo, pero sí sé que es un verdadero honor el contarme entre sus colaboradores, pasados o presentes. Como yo escribí en él (y escribiera si esta lucha feroz de trabajo y penalidades en que estoy metida me dejase algunos minutos de tiempo para honrarme en las columnas de su periódico), le ruego me haga partícipe de todo ese cieno que los sapos de la prensa española arroja sobre el Heraldo. Colóqueme en el sitio donde se reciba más espeso y maloliente, porque ensuciarme con las asquerosidades de esta España de beatos, mercachifles, estetas, idiotas, cuatreros y gandules es limpiarse y purificarse de toda culpa y pecado ante la Justicia, la Verdad y la Belleza. Colóqueme... colóqueme al frente de su hampa; no me niegue la gloria de ser escupida por esta ralea que circunda y estruja a las poquísimas personas de razón y de vergüenza que aún quedan en este cenagal llamado España, relleno de toda clase de microbios malignos, cuyos detritus surgen, como miasmas de gangrena, de la cultísima, imparcialísima, liberalísima, pulcrísima, desinteresadísima y memísima prensa española (las pocas excepciones que hay confirman la regla).
Robando horas de sueño veré si puedo hacer lugar para escribirle muy largo. Por hoy basta con rogarle no se olvide incluirme entre el hampa (aun sin dorar) que le rodea, seguro de que honra y complace a su amiga.
Cueto, 20 de abril de 1904
Para saber más acerca de nuestra protagonista
Rosario de Acuña y Villanueva. Una heterodoxa en la España del Concordato (⇑)