Señor Alcalde de Santander don Pedro Bustamante (1)
Dignísimo señor:
Considerándome vecina y contribuyente de Santander, aunque por transitorias circunstancias no figure como tal, me complazco en demostrar la satisfacción y el orgullo que siento al ser ciudadana de un Concejo regido por personalidad tan noble, tan justa, tan altamente racional y digna, como demuestra serlo el que ha trazado la carta inserta en El Cantábrico de ayer (2). Los pueblos se honran cuando al frente de ellos hay hombres para los que el civismo y la cultura no son hueras palabras de vanidad pueril.
Reciba el sincero y respetuoso homenaje de su convecina, Rosario de Acuña y Villanueva.
Notas
(1) La carta iba precedida de unas palabras para José Estrañi: «Señor director de El Cantábrico. Mi buen amigo: Tenga usted la bondad de publicar la adjunta. ¡Ojalá! todos los vecinos conscientes de Santander se agrupen resueltos y firmes alrededor de su integérrimo alcalde, como lo hace su atenta amiga.
(2) En el escrito, el alcalde salía al paso de las críticas recibidas por apoyar una subvención a la escuela laica de la ciudad. Considera que además de una gran mayoría de vecinos católicos, también los hay que no lo son, razón por la cual considera tan legítimo otorgar subvenciones a la catedral por funciones religiosas, como concedérselas a la escuela laica. En el desempeño de sus funciones «no distingo de clases, de ideas, ni de religiones».
El Cantábrico, Santander, 14-12-1905
Para saber más acerca de nuestra protagonista
Rosario de Acuña y Villanueva. Una heterodoxa en la España del Concordato (⇑)