Sr. director de
El Resumen
Muy señor mío:
En el número 576 de su periódico,
correspondiente al 4 de octubre, y al relatar la vista de la
causa de Galeote, se lee en el tercer párrafo lo que sigue:
«Ante
el problema que hoy ha de someterse al juicio de la sala, hay
muchos que miran escamados a sus vecinos de asiento, y sobre
todo las señoras que ocupan el segundo diván de la derecha,
al ver a su compañera del rincón armarse de lápiz y
cuartillas dispuesta a tomar notas.»
Como
podrá ver en el mismo calificativo de la del rincón,
jamás he procurado hacerme visible; antes bien, me gusta
contemplar todos los actos de la comedia humana desde los
rincones, por creerme de este modo en mejores condiciones de
observación, único medio positivo de llegar a saber algo en
todas las sabidurías, fin absoluto y sin solución de
continuidad que antes, ahora, y supongo que después, mueve
las actividades de mi vida: pero como quiera que el párrafo
citado da lugar a otros en que se descubre a través de culto
estilo toda la fina ironía del hombre ilustrado cuando trata
de la mujer, siquiera no sea ilustrada, sino meramente
ambiciosa de ilustración, salgo de mi rincón, y como
siempre que se trata del esclarecimiento de un hecho en que
la verdad queda desconocida y su desconocimiento puede causar
la depreciación de una mayoría, firmo con mi nombre las
siguientes líneas, sin temor a colocarme a plena luz, porque
es muy importante que una mayoría, la mayoría de las
mujeres, recobre su verdadero sitio de seres aptos para
pensar, al igual que la mayoría de los hombres, verdad que
se encuentra algún tanto combatida en el hecho que motiva
estas líneas.
Ahora,
particularmente, y para que si es posible se me deje
tranquila en el rincón, único sitio de mi agrado en
aquella sala (donde por derecho y demostrado tres años de
tareas periodísticas podría estar en la tribuna de la
prensa), voy a manifestarle las causas que, a más de la
expuesta como esencial, me mueven a la anotación del juicio
de Galeote.
Precisamente
hoy hace cuatro años fundé un certamen científico cuyo
tema era designación del límite entre la locura y la
razón, y cuyo premio, consistente en mil pesetas
se otorgó, según la votación de un jurado compuesto de eminencias
científicas, a uno de los peritos que informaron ayer ante el tribunal,
el señor Escuder. Este certamen estaba
creado: primero, en memoria de una notabilidad médica, el
señor
Luque, presidente del cuerpo de médicos forenses, su
fundador y el único que desde la existencia del cuerpo hasta
la fecha poseía verdaderos, sólidos y científicos
conocimientos médico-legales. Segundo: estaba fundado con el
fin de iniciar un pugilato de conocimientos frenópatas.
Desde
hace mucho tiempo figuran en mi biblioteca las obras más
especialistas, siempre aumentadas con las que va produciendo
la ciencia europea en este género de conocimientos: y desde
hace mucho tiempo, con el fin de hacer el estudio comparativo
entre el hombre y la mujer, y como uno de los elementos
primordiales para testificar mi razón cuando el asunto se
trate en límites extensos, he sentado la premisa de
averiguar y dilucidar en lo posible la línea divisoria entre
la razón y la locura, para que, al empuñar el buril con
que he de esculpir los hechos que se relacionan con ambos
sexos, no pueda caber duda que mis afirmaciones parten de razón
sana. Con estas causas por móviles, fundé el certamen
que, a más de servir de honra a la memoria de un sabio, me
sirviera a mí para conocer las capacidades frenopáticas que
poseía mi patria, y además para aclarar algún punto de la
oscura cuestión de la zona médica, que solamente de la
investigación brota la verdad, y un concurso de la
naturaleza del que cito había de servir de gran estímulo a
la investigación.
Ahora
bien, el juicio clínico frenopático sobre el desgraciado
Galeote es una a modo de continuidad el tema sobre el cual
quiero saber lo posible, y por tanto, armada de lápiz y
cuartillas, si bien incómoda por no encontrarme ante los
pupitres de la prensa, tomo nota de todo lo que puede servir
a mis fines, y demostrar con científicas aclaraciones el
pavoroso problema de lo que es razón y lo que es locura.
Doy
por terminadas estas explicaciones que he creído necesarias
a la verdad; no es ésta la sola vez que he de ocuparme del
proceso Galeote, según he dicho en un comunicado que el día
3 mandé a El Liberal, y que por cierto aún no he visto
inserto; tengo el propósito de escribir extensamente sobre
este asunto, uno de los de más trascendencia teológica,
metafísica, social y frenopática que podrá verse en lo que
resta de siglo.
Queda
de Vd. atenta S.S.Q.B.S.M.,
Rosario de Acuña
5
de octubre
El Resumen, Madrid, 5-10-1886
Fernández Riera, Macrino, Rosario de Acuña (1850-1923). Actualidad y legado en el año de su centenario (⇑), Gijón, Impronta, 2023, pp. 235-237
Para saber más acerca de nuestra protagonista
Rosario de Acuña y Villanueva. Una heterodoxa en la España del Concordato (⇑)