Mi distinguido amigo:
Ni una sola voz, ni
incidentalmente siquiera, al menos en lo que yo he leído, se ha hecho mención en
este Centenario, de sus primorosos, morales y racionales libros sobre ese
evangelio de purezas y enseñanzas que se llama el Quijote. ¿Habrá míseros
y ramplones en nuestra patria entre los que se llaman kultos? Y es tal mi
indignación, que no puedo menos de tomar la pluma y dirigirme a usted haciendo
que mi protesta le demuestre que no todos los españoles nos hemos vuelto ya
cuadrumanos; a mucha honra tengo sostenerme en dos pies y dominando los
instintos de la animalidad, casi enseñoreada de nuestros compatriotas…
Que conste mi protesta.
Ínterin las faldas manejadas por delegados del Vaticano gobiernan a España,
todos los que son como usted están sentenciados al ostracismo, cuando no al
martirio. ¡Cuándo se librará la patria de esta pesadilla!
Es siempre su amiga
Para saber más acerca de nuestra protagonista
Rosario de Acuña y Villanueva. Una heterodoxa en la España del Concordato (⇑)