Mi estimable compañera:
Su artículo
(2) sobre la mortalidad de los niños
de la inclusa ha dado en el clavo.
Ínterin los centros de enseñanza, los
manicomios, los presidios de mujeres, los hospicios, las
inclusas; el nacimiento y la muerte de los españoles
sean feudo de las comunidades religiosas, no puede haber
en España nada absolutamente a derechas.
La caridad, el amor hacia los débiles o
desvalidos, la protección hacia los pequeños o
desgraciados, no puede tener por génesis el monstruoso
egoísmo de agenciarse un asiento en la grada de sombra o
el tendido de sol del paraíso.
La fraternidad humana sucedió ya, en medio
mundo, a la religiosidad sectaria, convertida ésta en
una casa de banca, donde se expenden letras a cobrar en
el otro mundo.
Cuando en nuestra carne y en nuestro espíritu
sintamos el dolor de la carne y del espíritu
de los demás, habremos llegado al primer eslabón del
templo de la religión humana, que ha de ser el de la
justicia.
España, toda entera, en todo su orden de
valores, está atascada en el poder absorbente,
asolador y regresivo de
¡Buen
rejón el de su artículo, quebrado,
con oportunidad y energía, sobre el terrible mansurrón
del clericalismo que nos envilece y aplasta!
Su amiga
Rosario de Acuña y Villanueva
17-6-18
El
País, Madrid, 21-6-1918
La Acción, Madrid, 21-6-1918 (3)
El Universo, Madrid, 23-6-1918 (4)
Notas
(1) Seudónimo utilizado por la redactora de El País Consuelo Álvarez, que mantuvo una larga amistad con Rosario de Acuña desde que a finales de 1885 polemizaran en las páginas de El Buen Sentido de Lérida («Ecos del bello sexo ⇑») a propósito de las creencias de nuestra protagonista.
(2) El artículo al que se refiere apareció bajo el título «En el reino de Dios. Los incluseros» y fue publicado en la edición de El País del 16 de junio.
(3) La publicación en este madrileño diario de la noche apareció bajo el título: «La receta laica. Una fobia más». El texto de la carta iba precedido de la siguiente entradilla: «Aun hiriendo los sentimientos religiosos de los lectores, vamos a reproducir la siguiente carta que la escritora doña Rosario de Acuña dirige a la redactora de El País doña Consuelo Álvarez. Viene a demostrar que en lo de la mortalidad de los niños de la inclusa se ha encontrado un magnífico pretexto para que el anticlericalismo arrecie en la vieja campaña contra todo lo que signifique religión y sentimientos caritativos».
(4) Este diario católico, que había sido fundado por Juan Manuel Ortí Lara, antiguo redactor de El Siglo Futuro, incluye el contenido íntegro de la carta escrita por Rosario de Acuña en un largo escrito en el que intenta deslegitimar las protestas que, según dice, no persiguen el mejoramiento de la inclusa sino alejar a la Iglesia de esta institución por ella creada: «¡Ajajá! Esto es lo que importa. Extírpese la Religión de la Inclusa, y de lo que no es la Inclusa, de todas partes, y, por lo demás, que nazcan o mueran niños. Los médicos de la Beneficencia provincial, aun los de ideas más avanzadas, que han escrito sobre la mortalidad de la Inclusa, deponen unánimemente a favor de las Hermanas de la Caridad, pero ¿qué tienen que ver con ello doña Rosario de Acuña ni doña Consuelo Álvarez? Lo que a ellas preocupa no es que mueran los niños, sino que viva la Religión?...»
Para saber más acerca de nuestra protagonista
Rosario de Acuña y Villanueva. Una heterodoxa en la España del Concordato (⇑)