Este abanico fue bordado por mi madre, Dolores Villanueva, para mi canastilla de boda. Hace cincuenta años que la ofrenda de sus manos primorosas está en mi poder y hoy lo entrego a la comisión organizadora para socorrer, desde Gijón, a los hambrientos de Rusia, siendo mi deseo que los afortunados de esta hermosa Asturias, en cuyos lares se rinde tan fervoroso culto a los progenitores, justiprecien mi donativo, no solo por su valor intrínseco y artístico, sino atendiendo a la representación del puro amor materno, conservado con veneración filial durante medio siglo.
¡Que los próceres asturianos, que los enriquecidos por su laboriosidad inteligente engasten en el oro de su generosa piedad esta presea, para mí riquísima, y quedando unidos por la virtud de la caridad su noble desprendimiento y mi renuncia a la posesión de este recuerdo, logremos salvar de la muerte algunos seres, desgraciados hermanos nuestros!
Para saber más acerca de nuestra protagonista
Rosario de Acuña y Villanueva. Una heterodoxa en la España del Concordato (⇑)