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[Dedicatoria en el reverso de un abanico]

 

Este abanico fue bordado por mi madre, Dolores Villanueva, para mi canastilla de boda. Hace cincuenta años que la ofrenda de sus manos primorosas está en mi poder y hoy lo entrego a la comisión organizadora para socorrer, desde Gijón, a los hambrientos de Rusia, siendo mi deseo que los afortunados de esta hermosa Asturias, en cuyos lares se rinde tan fervoroso culto a los progenitores, justiprecien mi donativo, no solo por su valor intrínseco y artístico, sino atendiendo a la representación del puro amor materno, conservado con veneración filial durante medio siglo.

¡Que los próceres asturianos, que los enriquecidos por su laboriosidad inteligente engasten en el oro de su generosa piedad esta presea, para mí riquísima, y quedando unidos por la virtud de la caridad su noble desprendimiento y mi renuncia a la posesión de este recuerdo, logremos salvar de la muerte algunos seres, desgraciados hermanos nuestros!

 

 

Nota
 
En relación con esta dedicatoria se recomienda la lectura del siguiente comentario:

 

Fotografía de niños rusos a la espera de recibir ayuda alimentaria (otoño 1921)136. Un abanico contra el hambre 
Doce millones de rusos pasan hambre. Máximo Gorki solicita con urgencia «al mundo civilizado de Europa y América» pan y medicamentos. Rosario de Acuña les da lo que tiene: un abanico bordado por su madre cincuenta años atrás...

 

 


 

Para saber más acerca de nuestra protagonista

 

Rosario de Acuña. Comentarios (⇑)
Algunas notas acerca de la vida de esta ilustre librepensadora
 
 
 
 
Imagen de la portada del libro

 

Rosario de Acuña y Villanueva. Una heterodoxa en la España del Concordato (⇑)