Ya eres polvo; ya nada de lo que era
calor o movimiento
queda de ti sobre la humana esfera;
sólo tu pensamiento
se ve lucir radiando en ancha llama,
y cuanto más se aleja
del mundo de los vivos más se inflama.
Él ha quedado en medio de nosotros
lleno de misteriosas armonías,
sonoro, melancólico, expresivo,
indefinible a veces, siempre triste
cual eco de profundas agonías,
como suspiro que se pierde helado
por el cierzo inclemente
sobre una estatua de marmórea frente.
Tu pensamiento llena todo un mundo
de infinitos deseos; de esas vagas
aspiraciones que hacia el todo llevan,
y en un abismo inmundo
al fin se ven caídas
sin conseguir, en su incesante anhelo,
salvar el cerco de las otras vidas
y remontarse libres por el cielo.
¡Tu pensamiento! ¡Qué desconocidas
impresiones llevose a ese recinto
en que la muerte cobra su tributo!
¡Qué riqueza de luz cuando fue extinto
en las sombras eternas de la nada!
¡Qué pasión, qué dulzura, qué armonía
vivió en él encerrada,
y qué tristeza noble y resignada!
¡Qué poderoso tu pensar sería,
cuando a través del tiempo transcurrido
se le mira lozano,
lleno de brillantez y colorido!
¡Oh, qué pléyade inmensa de fantasmas
dejó tu pensamiento entre nosotros!
¡Qué ilusiones sin nombre, qué deseos
indefinibles unos, mientras otros
cuán bien sentidos! ¡qué bien expresados!
¡Cuánta idea bullendo innovadora,
con luz hermosa entre la sombra oscura!
¡Qué abismos ignorados
de dolor y amargura,
y en medio de una calma aterradora,
qué lagrimas de fuego,
con silenciosa marcha,
cayendo al corazón una por una
para romperle luego
con tanta pesadumbre inoportuna!
¡Qué ráfagas del cielo resbalando
con plácido fulgor sobre el camino
que siguen las pasiones de la tierra!
¡Cuánto misterio tu existir encierra!
Todo cuanto se siente; todo aquello
que llena el corazón y lo conmueve;
todo lo que es al alma bueno o bello,
y al pensamiento hacia lo justo mueve,
halla un eco dulcísimo y extraño
en los giros que diste a tus cantares;
ellos son el aroma
en que se impregnan nuestros patrios lares;
en ellos la doncella enamorada
aprende a modular la dulce endecha;
de ellos la brisa sus perfumes toma
cuando brota la luz de la alborada;
la tempestad deshecha
que sufre el corazón apasionado
encuentra en ella múltiples acentos,
y el infeliz mortal desheredado
halla en tus pensamientos
el grito a sus dolores arrancado.
Tú vives, sí; tu pensamiento anida
en la extensión inmensa de la tierra;
vive con todo lo que tiene vida;
se ve cruzar cuando las aves cruzan
los azules espacios
para colgar su nido en los palacios,
orlados de floridas madreselvas;
se escucha en el silencio de las selvas,
ante el manso correr del arroyuelo;
se mira en esas hojas que en el suelo
se amontonan marchitas y rugosas,
arrancadas del árbol por el hielo;
se percibe en el cáliz de las rosas,
cuando inclinan sus tallos a la tierra;
se ve en las esmeraldas, que verdosas,
sujetas en riquísimas preseas,
nos ofrecen sus mágicos fulgores,
se ve en el amarillo jaramago,
que mustio y retorcido,
crece a la orilla de tranquilo lago;
se ve también entre las toscas flores,
labradas en la losa de un sepulcro,
sin fragancia ninguna y sin colores;
sepulcro abandonado
donde reposa, como en blando lecho,
envuelta en extrañísimo tocado,
con expresión de plácida alegría,
una mujer de piedra, dura y fría,
cuyas manos se cruzan sobre el pecho
.
¡Oh, poeta! ¡Tu gloria conquistada
en medio de dolores tan profundos,
fue de tu corazón arrebatada
para llenar de luz entrambos mundos!
19 de enero de 1882
Nota
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Para saber más acerca de nuestra protagonista
Rosario de Acuña y Villanueva. Una heterodoxa en la España del Concordato (⇑)
En este apuro recurro una vez
más a usted y aun que me duele abusar tanto de su amistad, le ruego que si es posible me envíe tres o cuatro duros para esperar el envío de dinero que
aguardamos...
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