Una nube sombría
cruza el espacio,
yo me llamo tristeza
va murmurando;
soplan las auras
y sus negros crespones
se desparraman.
Otra nube blanca
volando llega,
Yo me llamo alegría
dice a la tierra;
soplan los cierzos,
y sus leves cendales
van esparciendo.
Y la blanca y la negra,
veloces pasan;
a una llevan cierzos
y a otra las auras;
penas, placeres,
son nubes de la vida;
¡dejad que vuelen!
Rosario de Acuña y Villanueva
José Bolado, El cuerpo de los vientos. Cuatro literatos gijoneses, Gijón, GEA Distribuciones Gráficas, 2000, p. 77
(1) La publicación en La Mesa Revuelta lleva por título «Dos nubes» y estaba precedida por un texto que decía «En el álbum de la señorita doña Carolina Villaverde y Castera». En las restantes publicaciones se titulaba «Las dos nubes».
(2) Tal y como explica el diario gijonés, la poesía fue una de las tres leídas por su autora en la función en favor de los presos que tuvo lugar en el teatro Dindurra de la ciudad.
(2) Publicado en el artículo de Patricio Adúriz (⇑) titulado «¡Y va de semanarios!»
Para saber más acerca de nuestra protagonista
Rosario de Acuña y Villanueva. Una heterodoxa en la España del Concordato (⇑)