REY DON ALFONSO, en cuya frente brilla
diadema que dos mundos se ciñeron;
soberano del trono de Castilla
cuyas glorias al sol oscurecieron;
cuando del mar en la espumosa orilla
las anclas de tu nave se prendieron,
un resplandor de paz rodó en la guerra
viéndolo en ti lucir la hispana tierra.
Esta patria que un día no lejano
hizo temblar de Europa las legiones,
siente luchar hermano contra hermano
mirando su bandera hecha jirones.
Esta patria te elige hoy soberano
y seguirá valiente tus pendones;
¡ALFONSO XII! ¡España está esperando
un digno sucesor de San Fernando!
¡Rompa tu cetro de oro la cadena
que largos años sujetó su vuelo!
¡Mire el sol de la paz rica y serena
bajo el azul de su brillante cielo!
¡Siga la marcha que la ciencia ordena!
¡Levántese la fe sobre el suelo,
y registre en sus páginas la historia
que alzó tu nombre nuestra antigua gloria!
¡Llamado estás a despertar a España
del letárgico sueño en que yacía;
tú borrarás la fratricida saña
que la ambición titánica encendía!
¡Tú la puedes borrar, mi voz extraña
acaso torne el cielo en profecía;
Tú puedes, al tomar nuestra bandera,
hacer del mundo la nación primera!
Nada te falta; juveniles bríos
rica y meridional inteligencia,
enaltecida entre los climas fríos
por la luz del talento y de la ciencia;
el apoyo de ilustres señoríos,
inolvidables años de experiencia,
un inmenso poder cual soberano
y el cariño del pueblo castellano.
Cuando el mundo contemple tu reinado
y asombrado te mire dando leyes.
Cuando grande, querido y respetado,
la paz de Europa con tu nombre selles;
Cuando el Parnaso Íbero entusiasmado
te cante bajo el solio de cien reyes,
aún vibrarán las cuerdas de mi lira
que el amor a mi patria las inspira.
Hoy que sintiendo mi pupila inerte
oigo el murmullo que por Rey te aclama,
si bien con pena por vivir sin verte
espero un día proclamar tu fama:
¡REY ALFONSO, si el sueño de la muerte
velase el fuego que mi frente inflama,
que el eco de mi voz noble y sincero
sirva a tus glorias de laurel primero!
Madrid, enero, 1875
Nota
En carta fechada en París el primero de abril de 1875, Isabel de Borbón, al tiempo que la felicita por su obra Un ramo de violetas (⇑) a ella dedicado, le agradece esta poesía que tiene por destinatario a su hijo:
«Si como mujer te doy la más cumplida enhorabuena por tu sentida composición, como madre te envío todo mi agradecimiento por haber dedicado a mi querido hijo Alfonso los mejores sonidos de tu alma de poeta...»
Para saber más acerca de nuestra protagonista
Rosario de Acuña y Villanueva. Una heterodoxa en la España del Concordato (⇑)