En memoria de su madre
Al mandato inmutable del destino
regido por la sabia Omnipotencia
terminó sobre el mundo su camino
y apagase la luz de su existencia
Rompiendo el hilo que le unió a la vida
el alma levantó su raudo vuelo,
y
al dejar la materia desprendida
cruzó el espacio del inmenso cielo.
Yo
en su mirada vi la luz postrera
de
la esencia inmortal que la animaba,
siendo
el destello aquel su vida entera
y el eternal adiós que al mundo daba.
Al
recoger su vacilante giro
el
corazón latió profundamente
que
en el eco veloz de aquel suspiro
¡Miré la eternidad de frente a frente!
En
ella levanté mi pensamiento
que
en alas de la fe giraba henchido
y
al recorrer el limpio firmamento
miré mi Dios a mi existir unido.
sobre
ese espacio que do quier miramos,
allí
debe fijarse nuestro anhelo
y no sobre la tierra que pisamos.
Si
el alma suya atravesó esa esfera,
¿qué
importa que su cuerpo quede inerte?
Con
fe termina tu mortal carrera,
que si tú no la ves, puede ella verte.
Y
no hay duda que te ve; ¡te ve luchando
sobre
este valle estéril e infecundo!
¡Ella
te ve y por ti siempre rogando
hará que salves el umbral del mundo!
¡Y
cuando sientas la muerte helada,
como
ángel protector vendrá a tu lado,
y
al encontrarte por su amor guiada
verás el mundo eterno e ignorado!
¡Tiende
fija y constante la mirada
a
esa mansión de luz y dicha pura,
mansión
que al ateísmo está cerrada
y para el que es creyente, eterna dura!
Al
unir para siempre el roto lazo
que
separó la muerte en su carrera,
renovará
su maternal abrazo
una vida inmortal y placentera.
Levanta
de este mundo el pensamiento
y
sin que el eco de mi voz te aflija,
conmigo
escucha en sus postrer aliento:
« ¡Yo te espero feliz, ven pronto, hija!»
Y
si una amante lágrima vertida
se
pierde sobre el polvo sin consuelo,
al
registrar tu dolorosa herida
busca a tu madre en el azul del cielo.
Y
allí tan solo encontrarás la calma
negada
al cuerpo que en la tierra gira,
que
allí miramos la mansión del alma,
¡mansión
que siempre cantará mi lira!
Para saber más acerca de nuestra protagonista
Rosario de Acuña y Villanueva. Una heterodoxa en la España del Concordato (⇑)