(En el jardín del mundo
nace una rosa
se la llama esperanza;
es fresca, hermosa,
crece, se agita,
llega un soplo de viento
y la marchita.)
R. de Acuña
Hace un año, los ecos
del canto mío
a tus lares llegaron
como un suspiro,
entre sus alas
llevándote prendidas
notas del alma.
«Flores son en la tierra
»las ilusiones,
»el amor, los placeres,
»¡todo son flores!»
Esto decían
aquellas pobres notas
del alma mía.
Hoy en el triste asilo
de un cementerio,
sin calor y sin forma
duerme tu cuerpo.
¡También la vida
es una flor del mundo
que se marchita!
La tuya fue un capullo
de primavera,
que abrasaron los cierzos
sobre la tierra,
y tu corola
se extenderá en el cielo
hoja por hoja.
Bajo el sol esplendente
de las verdades
sin escarcha, sin lluvia,
sin huracanes
y eternamente
vivirás en el reino
que abre la muerte.
Deja que en el recinto
de un cementerio
sin calor y sin forma
duerma tu cuerpo;
nació en la tierra,
y a morar en su patria
justo es que vuelva.
Recuerdo tus palabras
y tus deseos,
y sin llanto en los ojos
miro a los cielos;
¡Ángel del alma!
Libre estás para siempre
¡Tiende tus alas!
Madrid, 1876
Para saber más acerca de nuestra protagonista
Rosario de Acuña y Villanueva. Una heterodoxa en la España del Concordato (⇑)