Hace un año que la muerte
a otra vida te llevó;
al quedar tu cuerpo inerte
España dejó de verte,
pero de admirarte, no.
Y tendrás su admiración
en tanto con vida aliente,
¡Porque tu nombre, BRETÓN,
ha de oírse eternamente
en la española nación!
Tu patria contempla ya
cual fúlgido sol tu estrella;
el mundo la admirará
y jamás se borrará,
¡Que va tu nombre con ella!
Luciendo sin fin ni ocaso
el cielo del arte alumbra,
y ante su radiante paso
a mil estrellas deslumbra,
de las que hay en el Parnaso.
Sobre el polvo de tu ser
se alza la luz de tu gloria,
brilla lo mismo que ayer;
en la castellana historia
muchos siglos se ha de ver.
Que la luz que el genio da
nunca del mundo se fue;
el que la esparce se va,
no se sabe dónde irá,
¡Pero su gloria se ve!
¡BRETÓN!, si en esas regiones
donde los orbes se miran,
vuelven a hallar sensaciones
los seres que aquí respiran,
¡no desoigas mis canciones!
Uniéndome al pueblo hispano
elevo mi canto a ti;
¡BRETÓN!, escucha a tu hermano
que hoy te dice desde aquí:
¡Gloria al vate castellano!
Leída en el teatro del Circo por
Para saber más acerca de nuestra protagonista
Rosario de Acuña y Villanueva. Una heterodoxa en la España del Concordato (⇑)