Tiene el corazón dos puertas:
la de gozar y el sufrir;
si entra amor por la primera,
di por cual ha de salir.
Dices que el amor se encuentra
sin que se llegue a buscar;
¿si al fin encontraste el mío,
qué más puedes desear?
Yo te amé sin comprender
que el alma contigo huía;
hoy la llamo, pero el alma
dice que es tuya, no mía.
Las palabras del amor
no creas que son verdad;
son como flores de mayo
que apenas vienen, se van.
Buscas el amor del alma,
y no me quieres amar.
¡Mira que si yo te olvido,
ese amor no le hallarás!
Ecos del alma . Madrid: A. Gómez Fuentenebro, 1876
Para saber más acerca de nuestra protagonista
Rosario de Acuña y Villanueva. Una heterodoxa en la España del Concordato (⇑)